Dos meses sin solución en el caso de fondos públicos usados con fines proselitistas en Honduras

Isis Cuéllar

El estreno de un video en el que se observa a la diputada de LIBRE, Isis Cuéllar, junto al exministro de Desarrollo Social, José Carlos Cardona, reconociendo el uso de fondos públicos para actividades políticas, llega a los dos meses sin que se vean avances concretos en términos de investigación o sanciones. La falta de acciones específicas ha mantenido el tema en el debate público, en un contexto marcado por demandas de la ciudadanía por más transparencia y responsabilidad.

El video y su impacto político

El material audiovisual, filtrado a inicios de junio, muestra a ambos funcionarios vinculando directamente recursos estatales con la promoción del partido en el poder. El hecho adquirió relevancia al poner en entredicho el discurso oficial de lucha contra la corrupción, eje reiterado en las promesas de campaña de LIBRE y del actual Gobierno.

La respuesta política fue inmediata. La imputación contra una diputada en funciones y un exministro ha centrado la atención en la relación entre los poderes legislativo y ejecutivo, así como en los límites institucionales respecto al empleo de los recursos del estado. Especialistas han subrayado que este hecho pone de manifiesto las tensiones entre las declaraciones contra la corrupción y la realidad política, socavando la confianza en las entidades gubernamentales durante un tiempo de división.

Comentarios y preguntas acerca de la organización institucional

Luego de la divulgación del video, distintos actores políticos y legales expresaron su preocupación por la falta de rigor en el proceso. Expertos en el ámbito jurídico y analistas sostienen que la ausencia de una investigación adecuada revela un patrón de permisividad hacia individuos cercanos a las altas jerarquías del poder. Esta perspectiva aumenta la desconfianza en la capacidad del Estado para gestionar casos que involucran a funcionarios de alto nivel.

El mutismo institucional es percibido por muchos como un impedimento para la credibilidad de las declaraciones formales. En este contexto, las exigencias ciudadanas de sanción a la corrupción no hallan una respuesta clara, lo que intensifica la sensación de impunidad.

Retos para la gestión gubernamental

El asunto Cuéllar-Cardona se sitúa dentro de un contexto más extenso donde la corrupción sigue siendo un elemento de inestabilidad tanto política como social. La presión de la ciudadanía, expresada a través de protestas y un debate público en aumento, demuestra un descontento que podría agravar la distancia entre la sociedad y las instituciones.

La persistencia de estos acontecimientos impacta de forma adversa en la confianza respecto a la capacidad de gobierno y amenaza los esfuerzos por afianzar la institucionalidad democrática. Además, mantiene en discusión la necesidad apremiante de establecer mecanismos más efectivos de supervisión, control y sanciones que garanticen la administración transparente y legal de los recursos públicos.

Un escenario en espera de definiciones

A dos meses de la filtración del video, el proceso continúa sin resoluciones claras. El tiempo transcurrido sin avances se convierte en un factor que acentúa la percepción de impunidad y que, al mismo tiempo, mantiene la presión sobre el Gobierno y el partido oficialista.

El desenlace de este caso examinará la capacidad institucional de Honduras para manejar denuncias de corrupción que afectan a políticos en el cargo. En un contexto de polarización intensa y desconfianza, el resultado impactará directamente en la relación entre la población y el gobierno, al igual que en el progreso de la agenda contra la corrupción.

Por Maria Victoria Paz